Cuando los niños tienen problemas para seguir el ritmo escolar, hacer los deberes y sacar buenas notas, lo más fácil que se puede hacer es tacharlos de vagos o descuidados, sobre todo si suelen ser brillantes, inteligentes y les apasiona aprender.
"Eres tan listo; ¿por qué no prestas más atención durante los exámenes?". "¿Cómo entendiste mal la tarea? ¡Todas las instrucciones están en tu libro!
Aunque puede haber muchas razones por las que tu hijo no haya prestado más atención al hacer un examen o no haya entendido bien sus tareas, como la pereza o el descuido, uno de los culpables más comunes es la dislexia.
La dislexia, un trastorno común del aprendizaje, puede hacer que a su hijo le resulte excepcionalmente difícil dominar a veces el lenguaje escrito e incluso el hablado, lo que disminuye su rendimiento académico.
¿Qué es exactamente la dislexia, cuáles son sus signos y síntomas, y puede tratarse? Averigüémoslo.
En este articulo
Empecemos por el inicio - ¿qué significa dislexia? En pocas palabras, es un trastorno del aprendizaje basado en el lenguaje cuya gravedad puede variar. Como regla general, los niños y adultos con dislexia mostrarán dificultades para dominar habilidades lingüísticas como la lectura, la escritura o la ortografía. Muchos incluso tendrán dificultades para pronunciar, sobre todo cuando aprenden vocabulario nuevo.
Un niño con dislexia puede confundirse al interpretar el orden de las letras en las palabras, leyendo la palabra "casa", por ejemplo, como "saca". Pueden tener dificultades para pronunciar y leer palabras más largas, así como para comprender el lenguaje escrito.
Aunque se denomina "problema de aprendizaje", en realidad no afecta al intelecto del niño. Incluso el niño más inteligente con el IQ más alto podría tener dislexia. Pueden ser capaces de procesar información y aprender cosas nuevas perfectamente, pero normalmente no a través de la lectura o la escritura.
Se denomina "problema de aprendizaje" porque los entornos educativos tradicionales se basan en gran medida en la información textual, y los niños que no pueden procesar bien este tipo de información suelen tener dificultades para lograr el éxito académico.
La dislexia es una de las dificultades de aprendizaje más comunes, que afecta aproximadamente al 20% de la población estadounidense. Al ser tan frecuente, es fácil suponer que se entiende bien. Por tanto, debería haber una respuesta clara a esa pregunta.
Desafortunadamente no la hay. A pesar de que afecta a 1 de 5 personas, sus causas aún se desconocen.
Las imágenes cerebrales sugieren notables incoherencias en el funcionamiento del cerebro de quienes padecen dislexia, que difiere del de quienes no. Por ejemplo, hay diferencias significativas en las zonas del cerebro que se iluminan cuando las personas con esta afección leen en comparación con las que no la padecen. Esto sugiere que las personas disléxicas tienen una forma única de procesar la información, lo que dificulta considerablemente la lectura.
Aunque no se conocen las causas de esta enfermedad, existen ciertos factores de riesgo. Si los padres o parientes cercanos la padecen (u otras dificultades de aprendizaje), las probabilidades de que los hijos también la padezcan son mayores. Dado que la dislexia suele ser hereditaria, se supone que los niños nacen con ella.
A todos nos cuesta concentrarnos a veces, lo que dificulta la lectura. Puede que tu hijo tenga un dolor de cabeza que le dificulte procesar la información escrita en ese momento. Puede que hayan estado mirando la pantalla del ordenador durante demasiado tiempo, lo que ha provocado que todas las letras que ven estén desordenadas.
En consecuencia, los primeros signos de dislexia en los niños no son sólo algunas dificultades ocasionales para leer. Algunos de los síntomas generales son:
- Retraso en el habla;
- Falta de fluidez;
- Olvido de palabras;
- Dificutad para seguir instrucciones;
- Poca concentración;
- Dificultades para decir la hora;
- Dificultades para anexar letras a los sonidos.
Debido a que la dislexia puede afectar al rendimiento académico del niño, repercutir en su desarrollo social e incluso tener un efecto negativo en su futuro profesional, es fundamental obtener un diagnóstico precoz y empezar a desarrollar mecanismos de afrontamiento.
Los primeros signos de dislexia pueden detectarse cuando el niño está en edad preescolar. Aunque cada niño es diferente y cada niño con dislexia presenta síntomas distintos, algunos de los signos más comunes de la dislexia en niños de 5 años y menores son:
- Dificultades recordando palabras nuevas, nombrando colores e identificando objetos conocidos;
- Pronunciar mal vocabulario familiar;
- Usar con frecuencia palabras como "eso" en vez de la pabra precisa que lo designe;
- Dificultad para memorizar canciones infantiles;
- Contar historias sin un orden lógicos;
- Problemas para seguir instrucciones con muchos pasos;
- Confundir letras que se ven similares;
- Dificultad para conectar letras con los sonidos que hacen.
Por supuesto, todos los niños pequeños suelen presentar estos síntomas de vez en cuando, sobre todo cuando están cansados o de mal humor, por lo que no debes empezar a preocuparte de inmediato. Comienza a estudiar la posibilidad de dislexia si los síntomas se hacen más constantes.
Cuando tu hijo llega al colegio, es más fácil reconocer si tiene dislexia. Señales de dislexia en niños de 6, 7 y 8 años:
- Dificultad para leer palabras familiares;
- Problema al recordar cómo se deletrean las palabras;
- Confundir/omitir preposiciones y otras palabras cortas (como "a", "de", "por", etc.);
- Mala ortografía;
- Ansiedad/frustración al leer;
- Evitar leer en voz alta;
- Dificultad al explicar una historia;
- Comprensión de lectura deficiente.
Es fundamental no avergonzar a un niño por estos "errores" ni acusarle de no prestar atención y ser vago, ya que esto sólo servirá para reducir aún más su autoestima.
Es más común diagnosticarla entre los 7 y 8 años, cuando los niños comienzan a leer y escribir con más frecuencia. Sin embargo, es posible pasar por alto los primeros signos y sólo detectarlo cuando los niños entran en la adolescencia.
Las señales más comunes en adolescentes incluyen:
- Dificultad para comprender juegos de palabras y refranes;
- El uso de sinónimos cuando no recuerdan una palabra;
- Dificultad para entender bromas;
- Dificultad con abreviaciones comunes;
- Tomarse un tiempo largo para completar tareas de lectura;
- Les resulta más fácil responder a preguntas sobre un texto sólo después de haberlo leído en voz alta;
- Con frecuencia experimentan mareos, dolores de cabeza y de estómago al leer.
Por lo general, los niños y adolescentes con dislexia no tendrán problemas para aprender a través de experiencias prácticas, pero tendrán un peor rendimiento cuando se vean obligados a basarse en información textual.
Como regla general, conviene diagnosticar la dislexia lo antes posible para que tú y tu hijo puedan adoptar las mejores estrategias de afrontamiento. Sin embargo, si el niño tiene menos de 6 o 7 años, no suele haber motivo para llevarlo a que lo evalúen.
La dislexia es un trastorno del aprendizaje basado en el lenguaje, por lo que puede resultar difícil diagnosticarla antes de que el niño haya tenido la oportunidad de desarrollar algunas habilidades básicas de lectura y escritura (lo que suele ocurrir en torno a los 6 años).
Por supuesto, tampoco debes esperar demasiado antes de llevar a tu hijo a que lo evalúen. Si esperas a que sean adolescentes, hay más riesgo de que ya hayan desarrollado una baja autoestima y un mal historial académico.
Siempre que sospeches que tu hijo pueda tener dislexia, puedes consultar a los profesores o al pediatra.
Por fortuna no hay tratamientos. Un niño con dislexia no tiene cura. Lo cual no significa que no pueda desarrollar sus habilidades lingüísticas. Hay mucho que puedes hacer para ayudarlo a lidiar con ella.
Aunque la mayoría de los padres intentan limitar el contacto de sus hijos con la tecnología, no se puede negar lo útil que puede ser. Algunas funciones sencillas de los teléfonos inteligentes, como la conversión de texto a voz, pueden ayudar a tu hijo a aprender nueva información y mejorar sus habilidades lectoras.
También puedes aprovechar valiosas aplicaciones de control parental como FamiSafe para ayudar a tu hijo a acceder a contenidos apropiados para su edad, participar en aplicaciones educativas y dedicar más tiempo a perfeccionar sus habilidades lingüísticas.
Esto es quizás lo más beneficioso para hacer con tu hijo. Al principio, puedes empezar simplemente leyéndoles cuentos y haciendo que te escuchen. Cuando tengan edad suficiente, empieza a subrayar las frases que lees con el dedo y haz que te sigan. Puedes hacer que lean contigo cuando desarrollen algunas habilidades básicas de lectura.
Aunque no les guste, tendrás que tener paciencia y seguir intentando que lean contigo. No seas duro con ellos ni les avergüences cuando cometan errores.
Aunque leer con tu hijo es importante, también debes animarlo a que lea solo. De nuevo, conviene que empiecen poco a poco, con poemas o relatos cortos. Anímalos a leer los tipos de historias que les interesan al principio, ayudándoles a desarrollar el amor por la lectura a pesar de las dificultades que puedan encontrar en el camino.
Luego dales textos más complejos. Deja que escojan su propio material y llévalos a la librería. Sin embargo, asegúrate de que la actividad sea divertida y relajante: no presiones a tu hijo para que lea cuando no desee ni lo castigues cuando evite la actividad.
Por último, será bueno crear un entorno positivo y de apoyo si quieres que tu hijo afronte bien la dislexia. Como ya hemos dicho, no querrás avergonzar, castigar o frustrarte con tu hijo por las dificultades que está experimentando.
Sé amable, ayúdalos cuando encuentren obstáculos y ten paciencia cuando no dominen las destrezas lingüísticas tan rápido como te gustaría. Si es necesario, consulta con la escuela para ver si los profesores pueden prestarte ayuda adicional.
Tener un hijo con dislexia puede suponer un reto y un desgaste emocional mayor de lo que muchos piensan. Repercute en el rendimiento académico del niño e incluso puede afectar a su salud mental, haciéndole más propenso a desarrollar ansiedad y a tener problemas de baja autoestima.
Aun así, aunque no pueda tratarse, la dislexia puede manejarse. Apóyalo, sé paciente y comprensivo, y trabaja con él para minimizar sus efectos en su calidad de vida.